Acusan a mossos separatistas de pasar información a los CDR

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mossos separatistas
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En la comisaría de Esplugues de Llobregat, el mosso se pronuncia delante de todos sus compañeros. El 21-D se cogerá fiesta, dice. Se irá con los de su CDR y con Mossos per la Democràcia a Barcelona. Y advierte: si hay que tomar el Parlament, él se prestará voluntario y entrará en la Cámara por la fuerza.

La escena, según un testigo, tuvo lugar esta semana, en los días previos al inmenso despliegue policial organizado para blindar la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona, y de ella fueron informados tanto su sargento como la Guardia Civil. Porque desde hace más de un año, los mossos vigilan a los mossos. Sobre todo cuando se acercan jornadas como la del viernes pasado, en las que muchos dudan de que la Policía a las órdenes de la Generalitat actúe al servicio de la Constitución, y en las que los mossos independentistas más radicalizados solicitan la baja ante la posibilidad de verse forzados a contener a los Comités de Defensa de la República (CDR), de los que algunos forman parte.

En el cuerpo, formado por algo menos de 17.000 efectivos en toda Cataluña, las fuerzas de seguridad dependientes del Gobierno central tienen identificados a dos grupos de agentes secesionistas movilizados que, por otra parte, no se esconden. El más veterano se llama Mossos per la Repùblica Catalana y depende orgánicamente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). El otro, fundado hace un año, es el que citó el policía de Esplugues, Mossos per la Democràcia, más cercano a Òmnium Cultural. Ambos, junto a un tercero supuestamente clandestino que se esconde tras el nombre de Guilleries, convocaron a los policías a manifestarse frente al presidente Pedro Sánchez y sus ministros mientras sus propios compañeros coordinaban la seguridad de la cita.

Su objetivo, en palabras de Mossos per la Democràcia: «Hacer ver a toda la chulería nacionalista española que pese a sus prácticas estamos aquí, a disposición de nuestro pueblo, para defender que se cumpla su voluntad». Y allí estuvieron, tras sus pancartas, entre gritos contra España y la Constitución.

Impunidad

En el cuerpo, al que critican cuando carga contra los CDR, no están bien vistos. «La sospecha es que son ellos los que pasan información sobre nuestros movimientos a los CDR», afirma un representante sindical. Aunque todas las fuentes consultadas subrayan que sus promotores son una minoría, su proselitismo en redes sociales a favor de la desobediencia del ordenamiento constitucional es incansable. Dentro de los Mossos, sin embargo, actúan con aparente impunidad y no son sancionados. Se mueven mediante el boca a boca y a través de comunicaciones cada vez más difíciles de rastrear, según explican fuentes de la Guardia Civil en Cataluña. En sus chats abiertos en Telegram (similar a WhatsApp pero más seguro) cuentan con algo más de 1.800 seguidores, aunque no todos son necesariamente policías.

El cabo Enric Alsina Illa es el portavoz de Mossos per la Democràcia, cuya sede se sitúa en una dirección que coincide con la comisaría de Blanes, en Gerona. Tiene 54 años y un pasado convulso como líder sindical. Expulsado del Col-lectiu Autònom de Treballadors Mossos d’Esquadra (CAT) -entonces defendía que el bofetón gratuito que según la sentencia condenatoria le propinó una mossa a una detenida de nacionalidad rusa no era para llevarse las manos a la cabeza-, Alsina fundó el primer sindicato policial independentista, el Sindicat Autònom de Mossos d’Esquadra (SAME). Y en diciembre de 2017 impulsó Mossos per la Democràcia como respuesta a la aplicación del artículo 155, «un golpe de Estado» del Gobierno español, decía.

En sus comunicados ha insistido en que España no es una democracia y reprime a Cataluña. Este noviembre llamaba a los agentes a «alistarse»: «¡Alístate, se te necesita! (…) No tenemos base de datos, no cobramos cuotas, no pedimos nada a nadie, utilizamos las redes sociales y las relaciones de confianza para ensanchar el número de miembros». Su plataforma también ha calificado de «vergüenza» e «insulto al pueblo de Cataluña» que algunos mossos aplaudieran a la Policía Nacional cuando pasaron por delante de su comisaría en la Via Laietana: «Representa el apoyo del sector fascista y nacionalista español del cuerpo a la actuación de los cuerpos del Estado el 1 de octubre del año pasado, el apoyo a que se pegue a nuestro pueblo». Alsina pidió «hacer limpieza» mediante una pasarela de mossos que puedan pasarse a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. «Ojalá les toque trabajar en Melilla», deseó.

«Hay miedo»

En conversación con Crónica, Alsina se niega a informar sobre la cifra de sus simpatizantes y aliados: «No puedo darle un número determinado: hay miedo, porque tenemos a nuestro major [Trapero] procesado y además han infiltrado a gente para que informe. Pero somos miles de mossos los que pensamos lo mismo». Sólo detalla que la comisión ejecutiva la forman siete mossos. Se definen como no violentos. Para el viernes solicitó un «permiso por asuntos personales» que le concedieron.

-¿Cuál es su actividad?

-Nosotros acompañamos en las manifestaciones y hacemos visible que hay mossos al servicio del pueblo, y nos preparamos por si acaso vuelve a ocurrir una cosa similar al artículo 155. Estamos organizados.

-¿Cómo?

Ahora sabemos con quién podemos contar y para qué. Cuando pasó esto en Cataluña [el 155] no había nada, no había estructura… Nosotros hemos hablado con gente, con partidos; hemos creado redes. Si hubiera que hacer una acción coordinada para reaccionar ante acciones antidemocráticas, estamos preparados.

-¿Cuál es su relación con los CDR [cuyos mensajes comparte la plataforma de mossos en Twitter]?

-Los CDR son un movimiento pacífico y cívico. ¿Qué se considera violencia? Si fueran trabajadores los que cortaran las autopistas no pasaría nada…

-¿Pintar la casa del juez Llarena no es violento?

Yo lo condeno, pero a veces hay CDR que funcionan por su cuenta, y eso se usa para criminalizarlos a todos.

-Algunos mossos sospechan que sus simpatizantes filtran información a los CDR.

-Yo no sé si pasan información, pero le digo que yo trabajo en una comisaría de pueblo y a lo que me dedico es a atender a la ciudadanía.

El joven agitador

Albert Donaire lidera Mossos per la Repùblica. Si Alsina es el sindicalista veterano, Donaire es el joven agitador. Se graba vídeos incendiarios que difunde en redes, se pasea por las televisiones, entra en todas las polémicas… Ya en 2015 tuvo que modificar el logotipo de la plataforma, muy parecido al de los Mossos, porque el director del cuerpo (entonces Albert Batllé, procedente del PSC) dictaminó que comprometía la neutralidad del cuerpo.

Hace un año la revista Interviú le describía como a un «joven agente de Seguridad Ciudadana destinado en Ripoll (Girona), activista de una asociación de policías gais, aspirante frustrado a un concurso televisivo de promesas de la canción e hijo del ex alcalde convergente de La Cellera de Ter». El mes pasado, desde el escenario del homenaje amarillo frente a la cárcel de Lledoners, proclamó en catalán: «¡Los mossos serán siempre nuestros!».

A su asociación, adscrita a la ANC y que antes de la proclamación fake de la república catalana se llamaba Mossos per la Independència, se le presumen alrededor de 400 socios. El PP reclamó su ilegalización, sin éxito. A Donaire -programador informático y vendedor de calzado antes que mosso- su sobreexposición le ha generado algunos problemas. A lo largo de este año, una mossa constitucionalista, Inmaculada Alcolea, y su pareja, sargento del cuerpo, le han denunciado en tres ocasiones ante la División de Asuntos Internos. Alcolea también ha interpuesto contra él una querella por injurias y calumnias. Por otro lado, la Guardia Civil presentó ante los tribunales un informe en el que recogió las proclamas de Donaire en un chat interno de mossos independentistas en los preparativos del 1-O.

La Guardia Civil decía en su informe que este «colectivo dentro del cuerpo», capitaneado por Donaire y por el inspector Xavier-Salvador Ribelles, usó un canal de Telegram para «organizar a Mossos con la finalidad de desobedecer las órdenes del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y enmascarar la desobediencia con diversos argumentos, tratando de dar una apariencia distinta de la realidad de cara a las autoridades judiciales».

En el chat aparecían consignas como «Hemos de poner gente mayor impedida y niños como escudos humanos» y Donaire respondía «tiempo al tiempo» ante la propuesta de relanzar el grupo terrorista Terra Lliure. En las redes sociales, el policía advirtió de que no pensaba «retirar ni una sola» urna del referéndum ilegal; ha comparado a la Policía y la Guardia Civil con «las SS alemanas»; ha dicho que «España es un cáncer terminal» y los españoles, «seres infraevolucionados»; que los andaluces «trabajan sólo tres meses al año y los otros nueve se los pasan de bar en bar» mientras lo pagan «todos los catalanes»… Hasta el cineasta Juan Antonio Bayona le contestó por Twitter: «Mis padres son andaluces y sudaron la gota gorda para pagarme la educación y los estudios de cine. Afortunadamente la mayoría de catalanes no pensamos como este señor». Donaire no ha atendido a las peticiones de Crónica.

¿Y cuántos son en realidad? Cuatro fuentes distintas ofrecen balances diferentes. Un mosso y un abogado que conocen bien el cuerpo hablan de un 15% de agentes secesionistas dispuestos a actuar con deslealtad, por ejemplo, de aplicarse de nuevo el artículo 155; es decir, en torno a 3.000 agentes. Una tercera fuente policial ajena a los Mossos afirma que los números son imposibles de saber, pero sí aporta un dato: en la cúpula, el 70% del medio centenar de comisarios e intendentes son independentistas. Una cuarta fuente policial añade que la gran mayoría no lo son, en parte porque muchos proceden de la Policía Nacional y la Guardia Civil, pero que hay una minoría radical muy activa y muy visible que da mucha guerra -sobre todo los más jóvenes- y, al mismo tiempo, una cúpula también significada porque ha hecho carrera con los políticos secesionistas. Las fuerzas de seguridad también tienen comprobado que este grupo cuenta con un sistema de boicot interno para asegurarse de que no haya disponibilidad de efectivos en los días clave. Están organizados.

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