Después del disgusto de caer en la primera prueba, no es momento de lamentos, hay que levantarse, sacudirse las rodillas, manos; apretar dientes y puños y a seguir. No es una oposición fácil, quién ha dicho que lo sea, pero alcanzar el objetivo y formar parte de esta gran familia vale cada minuto de sacrificio. Un placer dar inicio al hilo de una nueva promoción.