La iglesia de La Gesta pone un vigilante para evitar «robos y acosos» a los fieles

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De uniforme azul, con corbata y una placa identificativa. Así se viste Milton Revelo desde hace dos meses para ir a la iglesia. En esa fecha, este vecino de origen ecuatoriano consiguió un puesto de vigilante, o, como él dice, de «portero de templo», en la parroquia de San Francisco de Asís, en la plaza de La Gesta. De lunes a sábado, en horario de 18.00 a 20.00 horas, y los domingos, de 10.00 a 14.30 horas y de 18.00 a 20.00 horas, permanece de pie en las escaleras de la puerta principal para evitar «robos y acosos» a los feligreses. El sacerdote Fernando Llenín le contrató con el objetivo de acabar con la picaresca y para que casos como el de la parroquiana de 88 años y principios de demencia que presuntamente fue estafada por dos desconocidos a los que donó 22.000 euros, no vuelvan a repetirse en su iglesia.

Revelo tiene muy claro su método de trabajo. «Con buenas palabras, paciencia, mano izquierda y capacidad de observación» resuelve situaciones complicadas antes o después de cada eucaristía. La definición de «situación complicada» es muy amplia en el entorno de la conocida como «iglesia redonda». Manos en bolsos ajenos, grupos de cuatro o cinco personas rodeando a los fieles para pedir dinero, estafas, insultos o empujones.

Los negocios de la zona confirman que los altercados han aumentado en los últimos meses y que la presencia de la Policía Local es normal. Sin embargo, la labor de los agentes no ha conseguido el efecto disuasorio deseado por todos. En concreto, por los parroquianos. Ahí empieza la labor de Revelo. «Ayudo a las personas mayores a subir y bajar las escaleras, doy información e impido la entrada a los violentos o a los que tienen una actitud sospechosa», explica el vigilante minutos antes de la misa de las 19.30 horas, una de las «más difíciles» por la cantidad de gente «con malas intenciones» que rodea el templo. «De la puerta hacia fuera es territorio ajeno, y de las escaleras hacia dentro está la parroquia, así que no permito que pase nada», remata.

Ni la vida ni el trabajo de Revelo son fáciles. Llegó a Oviedo hace cuatro años con el objetivo de ganar dinero para alimentar a una familia de ocho miembros. «Gracias al párroco y a Cáritas, que me ha facilitado productos de primera necesidad, tengo este puesto y mantengo a mi familia», comenta orgulloso y sin quitar ojo a los que se acercan.

A lo largo de casi sesenta días de trabajo, el vigilante ha recibido amenazas, al menos, en dos ocasiones. «No me las han dicho a la cara pero me han llegado comentarios y he oído algunas palabras muy duras hacia mí sin que los autores se dieran cuenta», dice Relevo, que cree que los feligreses sufren menos agresiones desde que él está allí.

Sin embargo, no todos los «habituales» están de acuerdo. Una de las personas sin recursos económicos, que pide limosna en la puerta, ha cambiado sus costumbres no sólo por la presencia del «portero», sino también por miedo. «Ahora sólo voy por las mañanas porque por las tardes no nos dejan estar y además hay mucho pirado dispuesto a todo que se cuela en las misas porque va bien vestido y tiene mucha labia».

Sigue abierta la investigación del Ministerio Fiscal sobre las estafas a feligreses tras ganarse su confianza. La Policía Nacional desplegó un dispositivo el 14 de noviembre junto a la parroquia para tratar de descubrir a los delincuentes.

Fuente:  http://www.lne.es/oviedo/2013/11/23/iglesia-gesta-pone-vigilante-evitar/1504253.html

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